domingo, 10 de octubre de 2010

carta sin remitente #1



Los días, son una broma inoportuna en el viejo baúl que aun empiezo a llenar.

Abro esta puerta que suelo cerrar de día, para ser esa yo que fui contigo, y la libero solo antes de volverme a dormir y volver a amanecer.

Me enamore de ti como solo un artista puede enamorarse. De las pasiones más ocultas y sus fantasías, tú fuiste la real, retando a todo lo que pensó que existía.

Que el tiempo es un gran autor, que siempre escribe el mejor final, así parece, y se lleva esta historia como se lleva la muerte a un joven principiante.

Se lleva al joven artista que sacaba de ti facciones incoherentes, sonrisas peculiares y tibias caricias.

Me destierras con la indiferencia de tus días, y los alejas como quien le quita el dulce a un niño y lo deja con preguntas que nunca responderá.


Estas horas solo parecen sueño y así prefiero dejarte, como estas horas, entre sueño y realidad. Oh! Cuanto, esa palabra nos trajo a ti y a mí.

Tal vez tú la desempolvaste de mejores aventuras, pero yo así las conocí, con sabor a ti, con hojas en borrador que esperaba que algún día leyeras, con canciones ocultas que nunca escuchaste, con composiciones y minutos de saber que no me cansaría de sorprenderte y de encontrar solo motivos y más motivos de hacerte feliz.


Ese mundo fue un gran escenario de un debut en el que la emoción me dejo muda en el momento en que los espectadores eran todos del mismo color de ojos y de piel, en el  momento en que todos eran uno, y respiraban al unísono,

Y ahí solo silencie.

Como una nueva especie, a estas horas entre la noche y el amanecer solo escribo, porque te encuentras a mi lado cuando lo hago.

Los fantasmas no lloran pero debo confesarte que he descubierto que observan.
Ellos, como yo ahora, solo te observo aun sin estar, como una película en la que mi personaje no está más.
Los oleos solo me embarran el rostro al día como quien se pinta antes de ir a una guerra o como quien se maquilla de payaso.

Pues en mi están ambas cosas, una comediante que solo se divierte de su vida misma, con tal libertad que solo deja en ese mismo escenario, y como un guerrero que solo se enfrenta a pruebas en la que tu eres la de fuego.

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