miércoles, 2 de noviembre de 2011

tour para tocar el cielo y hablar con dios



A cuatro mil metros sobre el nivel del mar y en el lugar preciso para probar nuevas alturas, queso frito y vino caliente, me encontraba en Puno, ciudad enamorada de sí misma y sencilla a la vez, afín con los viajeros que buscan aislarse en los paisajes de estas coordenadas.

El espejo del altiplano
Es el lago Titicaca quien recibe a los que por primera vez visitan este lugar ácrono, desde Juliaca, lleno de historias paralelas en un mismo tiempo, y es a la vez bandeja de oro para todo aquel que se aventure a pasear por un catalogo vivo de construcciones vernáculas.


Ciudad Reloj
Después de haber pasado la tarde husmeando los rincones de la ciudad, sorteando los montones de espuma en pleno carnaval en la plaza de la que ningún viajero se salvaba, la lluvia y el frío nos llevó a Chucuito, que duerme también de noche.
Chucuito se encuentra a veinte minutos de Juliaca, y la misma travesía empieza desde que te diriges a ella bordeando el lago que como espejismo, imposible alejarse de él, se convierte en el acompañante del viaje, ya que desde donde estés en la misma ciudad es parte del panorama.
El mismo hospedaje (las cabañas), estaban protegidas por un invernadero, lo que por efecto producía calidez en el interior, lo que nos permitía caminar descalzos por el piso de madera, y dormir sin recordar que puno tiene baja temperatura en la noches, incluso en las que no estaba el vino caliente, ni el mate de coca.


Torres de viento
La Chullpas como molinos de viento, como gigantes, se encuentran esparcidas completas o incompletas llevándote a imaginar lo poblado la forma en la que estos pampones han estado alguna vez habitados, roca encima una de otra, como vasos gigantes, las que alguna vez guardaron cuerpos inmóviles y fueron canales para ingresar a otros mundos.




Almohadas flotantes de totora
Los uros, construcciones de totora almacenadas y destinadas a descansar en el lago durante 10 años, son los cimientos acuíferos de viviendas durante 25 años cada una de estas islas. Creadas por los mismos habitantes, nómadas de estos islotes efímeros pero duros como las piedras de la misma ciudad.
Al pisar este terreno tiene uno la sensación de estar caminando sobre una gran cama, los dueños de casa se encargan de informar a las personas y narrarles el sistema constructivo, probar sus comidas, trucha, queso frito, chuño y papa, recreando la forma de vivir que la misma construcción implica.



Proceso constructivo y sus medios, Sillustani mi amor
Sin necesidad de describirlos los detalles saltan a la vista, no solo los detalles y acabados que los mismos pobladores tatuaron, sino sus necesidades inscritas en sus edificaciones de tierra.

Fue a inicios del 2010 quien en compañía del Arq. Hugo Zea, Trazo Verde [agrupación de la FAU URP, 2008 – 2010] { y mi hogar, que actualmente deja de ser escafandra para tomar vuelo en un nuevo viaje } inició este tour en la cual convocó a alumnos de la URP y la PUCP, con el objetivo de empaparnos de técnicas ancestrales que reflejan a su vez formas de vida y necesidades cubiertas de procesos lógicos prácticos, soluciones evidentes, sin fines estéticos, sinceros hasta en los materiales. Usando los recursos de los mismos asentamientos.

Ejemplos de estas construcciones, tenemos el Wawa Uta, tiene la función de guardería, forma circular, con iluminación natural en donde niños pasan sus primeros años y crecen junto al árbol que cuida de él. Y menciono al árbol, ya que fue este quien fue punto de inicio al proyecto acoplado, no lo retiraron y trasladaron, no pasa desapercibido, los niños juegan con él, es elemento del mismo que complementa las funciones del proyecto en el exterior.

Los pobladores pintan el interior y techan, son los que le dan el sello a esta arquitectura, en la cual el arquitecto se convierte en un traductor de ideas, sueños (de los pobladores) para traducirlo a espacios y ser el canal en la que los mismos pobladores nuevamente retoman la redacción para ejecutarla y ponerla en práctica cubriendo sus mismas necesidades. Propósito inicial.

                                                            
Hugo Zea, años antes del viaje, no recuerdo cuantos 

 rosario more, 2010

Además del centro comunal del mismo cerca al Wawa Uta, también bajo el mismo albedrío, fue construido por los pobladores, e instruido y guiado por el Arq. Hugo Zea, quien nos conto como anécdota de la minuciosidad que tienen los habitantes de tratar los materiales al momento de construirlos, ellos mismos los hacen, y los estacionan.

centro comunal


Hugo Zea, centro comunal


A diferencia de los arquitectos, quienes a falta de esta práctica aprendemos a forjar, construir, preparar arquitectura dentro de un aula, los habitantes tienen aquella otra parte que es inalcanzable para los que se dedican a diseñar, pues tendríamos que volver a nacer para tomar en serio cada material y sus alcances, para comprenderlos sin exigirles. El material y su entorno, para tomar en serio al Árbol, a la luz cenital, a las plantas, al cielo turquesa, a los mosquitos del lugar, a las especies nativas de flora, a darle utilidad a las llantas que ya no sirven, a los secretos mas íntimos de cómo tratar la quincha y la posición en las que estas deben estar para que la lluvia no filtre en el interior.






Este viaje concretó, dentro de mis muchas alternativas en arquitectura, una muy clara y precisa, la visión de una arquitectura que involucra a los pobladores en todo su proceso: necesidad, diseño, construcción y aplicación.

Probé vino caliente en taza de barro, aromático con naranja y canela, y me enamore de un Quenual, el cual espera mi regreso para nuevamente pasar una larga noche viendo el lago titicaca en una cálida habitación de madera, muy bien acondicionada al medio.




Ahí mismo después del tour, de quedarme dormida hablando entrecortadamente y entresueños con otros viajeros y viajeras, puedo decir que Puno es una máquina del tiempo, y museo viviente  en la misma ciudad y en sus mismos lagos.

Arquitectura que tiene como premisas necesidades sociales, de juntar, de reunir, donde no hay peones, sino personas contribuyendo en su entorno y cubriendo sus propias necesidades, ahí mismo en Chucuito se puede de muchas formas tocar el cielo y hablar con Dios.