domingo, 16 de enero de 2011

Síndrome de lima



70 x 80, 2007

Estaba sentada en la butaca, esperando a que se dé inicio el festival de poetas de todos los septiembres. Pensaba en lo irónico que eran los días en haberme llevado ahí. No esperaba de mí recitar pero nunca se sabe, a veces nos saboteamos nosotros mismos, y gran parte de esas veces se convierten en veces anecdóticas y naturalmente osadas, de emociones verdaderas y actitudes sinceras que terminan siendo esos oportunos momentos en los que no cambiaríamos su espontaneidad por algún tardío sentido de culpa.

Mis ojos se deslizaban en las líneas de Wilde, mientras esperaba a que la gatería supere el máximo de 4 (conmigo). El auditorio fue llenándose de concurrentes y pude observar diferentes personajes mientras rosaba algunas frases de Wilde. Me imaginaba que clase de poema recitaría Dorian Gray, seguro ninguno porque preferiría apreciar la belleza de alguna otra persona recitando, sobre todo si era un ser inculto y sin educación, pero con talento lírico, y ese contraste le excitaría (imaginaba).

Algunos de los concurrentes conversaban efusivamente, otros observaban a los que ingresaban, otros más se observaban observándose..  recitar un poema debe ser como ser libre, aunque alguna vez escuché que las mismas palabras que algún día no dieron libertad, muchas veces terminan siendo nuestras propias cadenas, aquellas que encadenan no solo oraciones sino ilusiones, anhelos, poemas de ideales, de amantes, de sueños, etc aun así la poesía, las palabras, el hablar, el cantar, el gritar, el llorar, el reir, y cualquier emoción que implique expresar fuerzas internas y dejarlas volar, siempre y cuando sea verdadero y condimentadas con pasión… porque no?

La vi caminando lentamente, como quién fabrica cada paso, como quién sube escaleras son cuidado, y así llegó a una butaca correspondiente  a la primera hilera casi en el medio de ésta.

Ella sacó de su bolso unas separatas blancas con letras grandes que empezó a releer, interrumpiendo con mi pensamiento y mirada morbosa, intente alcanzar desde lejos lo que estaba escrito, pero por la distribución de las palabras y el orden asumí que eran poemas.

Esa mañana por primera vez vi poemas recitándose, las personas suelen desnudarse, se muestran tal como son, recitar un poema creado por uno debe ser lo más sincero. Primero porque al escribir uno , te encuentras con lo más recóndito de ti mismo, con sentimientos guardados que ni veías, te llevas la sorpresa de que eras conocedor palabras que jamás usaste, pero trazar una composición es la expresión fonética de tantas cartas guardadas en el pecho, de tantas frases sin decir, de tantas intervenciones que jamás se dijeron. Segundo, porque al momento de enfrentar a los oyentes y espectadores, el sentimiento invade cada musculo y lo hace vibrar, la fuerza de querer, hace mucho tiempo atrás haberlo dictado, se muda a los labios temblorosos pero firmes del recitante que no queda más que un ser con poros gritando lo que hace mucho quería decir, y el recorrido del poema está compuesto por vuelcos en el estómago, suspiros estancados, aire por montón en todo el cuerpo como el recorrido de la “montaña rusa” o algo más grande.

De pronto ella despierta de la nube que nos empañaba a los espectadores y se retiró a leer el suyo. A diferencia de los demás poetas, después de su presentación hizo una breve introducción a su poema. Nos contó de que la creación estaba lograda en base a un hecho real, y que este fue lo que la motivo a escribirlo; era muy anecdótico, ella estuvo cerca a ser asaltada en un taxi después de haber tenido una charla muy amena con el chofer, y dentro del vehículo y luego de llevarla por una zona lejana y con poca gente transcurriendo, la encararon.

“Después de esta anécdota curiosa pasó lo más inesperado”, nos advirtió y dio inicio a su poema.

Ella tiene cabello corto y sujeto, la forma en la que toma haciento es lo menos formal que pueden imaginar. Lleva su cabellera blanca y lacia, como un accesorio del cual se siente orgullosa.
Ella tiene cara de ser curiosa, tiene un rostro curioso y una mirada fija y puntual. En el lado izquierdo del rostro lleva un lunar que pareciera, presumiera. Este lunar tiene forma de la silueta del perfil de un hombre como el de Rene Magritte pero sin sombrero así, detenido y solemne.
Se llamaba (su poema), “Síndrome de Lima”, haciendo alusión al Síndrome de Estocolmo solo que con otras coordenadas, pues ella había quedado enamorada de su ladrón, alusivo raptor.

Por más loca que fuera la idea, después de haberla escuchado, recordé la película noventera “¡Átame!” de Pedro Almodovar, en la que Antonio Banderas hace el personaje de Ricky, un tipo que secuestra a una actriz pornográfica, Victoria Abril, y ella después de varios intentos por escapar, al ser liberada le grita: ¡Atame!

Estas cosas solo suceden en este universo, las que no comprenden de amores mundanos, las que no se conforman con conocer a alguien curioso y decidir en corto plazo empezar una relación tranquila y sin problemas, saludable y con un final feliz. Estos sucesos tranquilos nunca pasan, las cosas suelen arrebatarse, suelen ser descabelladas, secretamente apasionadas. Algunas personas buscamos “algo más” pero, ¿quién nos dirá en qué momento parar y dejar esa utopía?, la pregunta del millón es: ¿será utopía?
En mi enredada pero sublime vida, me he enamorado una vez. Sí!, de esas que no lo ocultan, todo lo contrario que podrían gritarlo, de esas que preparan sorpresas y escriben cartas, toda una Romeo. Enamorarse es toda una aventura, es toda una obra de Arte.

En “Shall we dance?”, Susan Sarandon pregunta al detective que contrata para espiar a su esposo, porqué uno se casa?
-¿Pasión?
-No
-Interesante, la imaginaba una mujer romántica. ¿Porqué, sino?
-Porque necesitamos testigos de nuestra vida. 
Hay millones de personas en el planeta, ¿qué importa en realidad una simple vida?, pero en un matrimonio, lo que prometes es que te preocuparás de todo, de lo bueno, de lo malo, de lo terrible, de lo trivial. 
Todos los días y en todo momento. 
Lo que dices es: Tu vida no pasará desapercibida, porque yo me fijaré en ella. 
Tu vida no pasará inadvertida, porque yo me convertiré en tu testigo.”

El matrimonio suele ser el final feliz de muchas personas, pero creo que es una etapa, es un nivel de dificultad que al pasarlo se convierte un hermoso desafío, ¿por qué no?

Antes de empezar a escribir, sin saber en qué iba a terminar me pregunté, porque no hablar de este incauto y audaz tema. Sí, esas cuatro letras que si no son un tiranosaurio rex, son una oscura golondrina y a veces una concha de mar. Alguna vez todos lo hemos sentido, de muchas formas, de muchas pasiones, podría ser un tema mundial, quien se ha librado de esto?, de algún talento, de alguna canción, los hay platónicos, los bizarros, los de miradas solamente, los hay de todo tipo.

Mucho antes de sentir y pensar en aquello que me ocurría, evitaba caer algún día en la cursilería, en las llamadas nocturnas, en los mails escritos de madrugada, en las “caídas de sorpresa”, en dedicar canciones, pero el solo hecho de expresarlo respondió a tantas preguntas que siempre había tenido, pero como es natural salieron muchas otras.

Ayer observaba como mi abuela llegaba a su casa después de unos días sin ver a mi abuelo, este había tenido un percance físico de último minuto, y ella llegaba como si por fin llegará a la meta final, a abrazarlo, a besarlo y a decirle que todo iba a pasar. Ella lo ama.
Estaba claro, era eso, y solo eso. Era todo. Se tenían a ellos y a “eso”. Eso inexplicable que pasa y solo tienes dos opciones,  disfrutarlo hasta la última gota.. o vivir la agonía de una tragi-novela mejicana. Hay dos cosas muy diferentes, ya que el amor no es la “salvación” a los problemas. No es lo perfecto e inhumano, uno ama por amar, sin contrato de por medio donde se mida cada cierto tiempo la fuerza para ver si los intercambios de feromonas son equitativos, al contrario uno ama sin pedir nada a cambio, sin sacar nada en cara, como apostar el único ticket al ganador, uno acepta. Es una decisión sin final feliz, solo inicios cada día de conocer a la otra persona y esa es la aventura.

Una vez escuché que la relación de pareja es como estar en el colegio, el matrimonio es como la universidad de conocerlo(a) y no termina ahí, aún hay más.. hay diplomados, maestrías y doctorados, y más aún, uno nunca termina de conocer a las personas, pero nos adecuamos sublimemente encajando en ellas como si los días estuviesen aceitados.


En otra oportunidad visitaba la facultad vecina de donde estudio, ya que presentaba una película a la que decidí asistir, “Hiroshima, mon amour”. Resultó que la organizadora de cinéfilos era ella.
Ella, que después de haber recitado Síndrome de Lima, en sus particulares fachas enseñaba también francés. Al terminar la cinta como levitando hasta ella, la salude y le comenté que la había escuchando antes en el festival de poetas.

Ella se alumbró y deslumbró más de una vez contándome la anécdota con todos sus detalles, me dijo que ella a su edad no pensaba que le iba a volver a pasar y que aquella vez quedó marcada, que hasta hoy aún busca en las calles cruzarse con la misma placa, que cuando va por las calles sigue con mirada a todos aquellos taxis perecidos al de esa vez.
Como está claro hay personas que al cruzarse dejan  una huella irremediable, que el “darse tiempo” y el “todo pasa” no supera. Cuidado! Cuando vayas con buses públicos, más de una persona en el interior podría estar pensando en otra, cuando te cruces en algún lugar con una canción que cuente tu historia, cuidado porque cuando menos pienses te vuelve a pasar, de la persona que menos sospechabas, y si ya encontraste a la persona que quieres a tu lado por tiempo indefinido pues también podrías enamorarte de la misma persona incontablemente, pero la deliciosa solución para terminar con eso es caer uno rendido a los pies de este sentimiento.
Cada uno encuentra a su tipo, hay un vaco para una tora, hay soneto para una sonata, hay un Sancho para un Don quijote, y un Don quijote para una dulcinea, un cronopio para otro cronopio, claro está que tengo 0 de 1000 probabilidades de estar en lo cierto, pero ahí me lanzo..

No contradiré a Susan Sarandon pero debo agregar que uno(a) es testigo de todo, que uno nace solo y muere solo, pero donde encuentras mas de ti misma(o) es en otras personas. Que inevitablemente si no nos cruzáramos con esas otras personas no tendríamos color ni matiz, que hasta el principito que fue el único en un planeta tuvo una rosa y un baobab. Después de un periodo de leer novelas como “The Notebook”, poemas de Adolf Bécquer, Jane Austen, después de ver Orgullo y prejuicio (1940, 2005, serie BBC ), Cumbres Borrascosas, etc encontré un género en el que no me había sumergido antes, porqué no rebuscar en armarios de cursilería, de equivocación, la vida no es solo buscar eventos perfectos, no solo momentos felices, la seriedad y formalidad están de más muchas veces, elegir reírse a carcajadas y romper el silencio, caerse con el obstáculo que uno mismo ubicó, muchas veces suelen ser la mejor elección, solo Ser..  (“nunca confíes en un filósofo que no baile”- Nietzsche).

Me imagino que los verdaderos son los que como “eso” resultan inesperados cuando eran los más desapercibidos que cuando aparecen amistades verdaderas y personajes que sorprenden, uno debe inscribirlos  al alma confiando solo en uno mismo, pues las personas por las amadas que sean no son objetos ni pertenencias, el amor entonces libera.

Si te enamoraste de un árbol, de una canción, de un libro, así uno especula que puede ser lo verdadero o no, uno solo confía y así se lanza con todas esas descabelladas formas de ser y así acepta, así se acepta y se lleva en el tiempo. Cuando uno piensa estar equivocado, así uno avanza, puede estar erróneo pero equivocarse es solo descartar opciones de actitud, porque de una o de otra forma estamos afrontando las mismas situaciones solo que en otro escenario y llegamos a estas por otro camino, y esperar a que el universo conspire en “traerte” algo oportuno,, diría que es todo lo contrario, que nosotros llevamos al universo lo que queramos, lo sembramos y cuando menos nos damos cuenta nos cae una manzana en la cabeza.